La ESCUCHA: Qué es y cómo nos ayuda a actuar mejor
Saber escuchar o recibir del compañero
Escuchar es estar muy atento a todo lo que dice o hace el otro actor o actriz. Pero en el método de interpretación, escuchar se hace con todos los sentidos, no solo con el oído; por eso para hablar de la escucha escénica también se emplea la palabra recibir.
Escuchar es una de las herramientas más importantes para actuar mejor
Escuchar o recibir es fijarnos mucho en cada gesto que haga el compañero con el que estemos interpretando. Tenemos que estar muy atentos para intentar saber que le pasa al otro personaje; preguntarnos sobre los pensamientos y emociones de su vida interior; para esto no será muy útil mantener un monólogo interno en el que nos hagamos continuas preguntas sobre lo que le está pasando por dentro al otro personaje que está en escena.
Cuanta más escucha tengamos en escena, mejor actuaremos
Interpretar es reaccionar a lo que hace o dice nuestro compañero de escena. Por eso cuanta más escucha tengamos; cuanto más recibamos de él, más rica y llena de matices será nuestra reacción; y por tanto nuestra actuación.
Al recibir del compañero hacemos más creíble nuestra interpretación
La escucha es fundamental para que una escena sea creíble. Cuando un actor reacciona ante lo que en ese momento esté haciendo o diciendo su compañero se produce la verdad escénica.
Por el contrario, si actuamos según un plan que hemos preparado, sin hacer caso al otro, el público notará una sensación de falsedad. Todo lo que hagamos o digamos al actuar, tiene que nacer de lo que está pasando aquí y ahora, en la escena.
No pierdas nunca la conexión con tu compañero de escena
Pero no basta con la escucha; también hay que dejarse provocar por lo que recibimos
Hemos dicho que para actuar primero hay que llenarse con los cinco sentidos de lo que el compañero de escena dice o hace. Pero no basta con recibir, también nos tenemos que dejar provocar.
¿Y cómo nos dejamos provocar en escena?
Usamos esta expresión de dejamos provocar, en un sentido muy parecido al que lo hacemos en la vida corriente. Imaginemos una situación en la que hemos reñido con alguien. Esa persona empieza a decirnos cosas para herirnos y que perdamos lo nervios. En esta situación nos podrían aconsejar que no nos dejemos provocar, queriendo decir que no nos dejemos afectar por lo que nos están diciendo.
Déjate provocar por todo lo que haga o diga el otro personaje
Dejarse provocar es dejar que nos cambie la escucha
Dejarse provocar es actuar como reacción al otro, y no por imposición de una decisión voluntaria. Se trata de que de la escucha del compañero nazcan las ganas de hacer o decir algo. Esto es lo que llamamos dejar que salgan impulsos.
Por ejemplo: imaginemos una escena en la que estoy con otro personaje que me está pidiendo perdón porque me ha traicionado. El otro personaje tiene la cara llena de tristeza, se pone de rodillas. El director me ha marcado que debo darle un abrazo y perdonarle.
Confía en tus impulos, deja que salgan
Lo que tengo que hacer como actor es no cortar ese impulso, dejarlo que salga. De esta forma estaré haciendo lo que el director quiere, pero de una forma espontanea; o sea, que parece como si ese abrazo no estuviera ya previamente marcado. Esto es lo que llamamos una actuación orgánica; porque al público le parece que lo que está pasando en escena, está pasando de verdad.
Si por el contrario ese abrazo que tengo que darle al otro actor, lo hago de forma mecánica. Si le abrazo como imposición de mi voluntad, para cumplir a su vez con la voluntad del director; estaré actuando de forma falsa. El público notará que ese abrazo no me ha salido como reacción a mi escucha; notará que no me ha salido de dentro, de las tripas por decirlo de alguna forma. Notará que el abrazo es una decisión consciente y no fruto de haber recibido de lo que está pasando en el aquí y el ahora de la escena.